Uno de los alimentos más conocidos y probablemente de los más consumidos a día de hoy es el queso. Un producto gourmet apto para todos los bolsillos que ofrece muchos sabores, texturas, olores e incluso formas diferentes. Rico en nutrientes y vitaminas, puede durarnos mucho tiempo en la cocina, siempre que lo conservemos en las mejores condiciones.
Por eso, desde Monte Pinos queremos daros unos consejos de cómo mantener el queso en buen estado para que dure el mayor tiempo posible. Aquí van unas recomendaciones en función del tipo de queso:
Quesos frescos:
Estos tipos de queso, que son los menos curados, son los que menos tiempo tardna en ponerse malos, ya que su alta cantidad de agua los hace idóneos para el crecimiento de bacterias. Por eso, una vez abiertos, es aconsejable consumirlos lo antes posible. En todo caso, habrá que mantener la pieza de queso siempre en el refrigerador, a poder ser, tapado con un film o papel. Una buena opción es meter el queso en un taper encima de un trozo de papel de cocina, así el papel absorberá todo el suero que el queso suelte. Para evitar que adquiera olores, es bueno ir cambiando el papel cada poco tiempo.
Quesos con su propio paquete:
En esta categoría incluimos los quesos tipo camembert, que tienen una duración media. Son quesos que se compran en su propio envase y, si los mantenemos en él, se conservarán bastante bien. En cualquier caso, bastaría simplemente con recubrir con un film la parte donde hayamos hecho el corte para que no se nos seque, evitando así el contacto con el aire para que no se forme moho y se mantenga su textura jugosa.
Quesos blandos:
Los quesos como el cabrales o el roquefort tienen una duración bastante larga, especialmente si los mantenemos en las condiciones adecuadas. Una de las peculiaridades de estas delicatesen es su fuerte olor, por lo que la forma de guardarlos tiene, además, que ayudarnos a prevenir que toda la nevera huela a queso. La mejor forma de conservar este producto es envolverlo en un paño húmedo y meterlo en un taper bien cerrado en el frigorífico. De este modo se mantendrá fresco a la vez que aislado y nos durará bastante tiempo.
Quesos semicurados o curados:
Estos quesos son los más fáciles de mantener en buen estado. Una vez abierto, lo más aconsejable es cubrir una de sus partes con un film, dejando siempre una parte del queso al aire libre, (por ejemplo, la zona de la corteza) para que respire y no se seque. Otra opción es meterlos en un bote con aceite de oliva, e incluso añadirles especies como tomillo, romero o laurel para aportarles un aroma nuevo y agradable. Por último, también pueden utilizarse las queseras de barro de toda la vida, que les protegerán de la luz y los mantendrán en una temperatura homogénea.
En cuanto a la congelación de los quesos, existe una leyenda urbana que dice que el queso es de los pocos alimentos que no se pueden congelar. Sin embargo, nuestros expertos profesionales reconocen que sí es posible congelarlo, aunque es cierto que, si no se descongela en condiciones, puede perder su textura, sabor y jugo.
Como última recomendación desde Monte Pinos, os aconsejamos que, al ir a adquirir un queso, preguntéis al experto que os lo vende sobre la mejor manera de conservarlo.
Y vosotros… ¿tenéis algún otro consejo sobre cómo conservar el queso?