Dulces, jugosas, doradas y con aroma y sabor a canela, las torrijas ocupan un lugar muy especial en la gastronomía tradicional española, en particular asociadas a la Semana Santa. Un plato humilde pero contundente, las torrijas surgen de la necesidad de aprovechar el excedente de pan que se producía en las casas cuando en Cuaresma se aplicaba al pie de la letra la prescripción de no consumir carne. Ahora se consumen como desayuno, merienda o postre, pero su consistencia ha servido también para proporcionar almuerzo o cena a los que realizaban duras tareas en el campo. Como curiosidades: en Madrid se servía como tapa acompañando el vino, y la primera referencia escrita a las torrijas se encuentra en un libro del siglo XV aunque se sabe que su origen es bastante anterior.

Aunque la receta clásica parte del pan viejo que nos queda rondando por casa, hoy en día existe hasta la posibilidad de comprar pan expresamente fabricado para torrijas, que se caracteriza por una corteza fina y blanda y una miga más seca que absorba mejor la preparación.  Hacer unas buenas torrijas tiene más de laborioso que de complicado, y, como todo, la práctica es fundamental. El pan cortado en rebanadas debe reposar en una mezcla de leche, azúcar y canela que habremos calentado previamente. Una vez empapado, el pan se pasa por huevo batido y se fríe en aceite bien de girasol o de oliva, eso va a gustos. Aquí la clave, como en cualquier fritura con rebozado, es saber darle a cada rebanada ese punto dorado sin que se queme, un par de minutos para cada torrija es más que suficiente. Se rematan al extraerlas de la sartén espolvoreando azúcar o miel.

Otras versiones igualmente populares cambian la leche por vino dulce o moscatel pero lo que permanece invariable es la canela y el rebozado. La ventaja de estas preparaciones es que aguantan más que las torrijas de leche, ya que el vino las hace más resistentes.

Las torrijas son altamente calóricas por su combinación de leche entera, hidratos de carbono y azúcar, pero no falta quien piensa aquello de “una vez al año no hace daño” y se da un auténtico festín en estas fechas.

Monte Pinos Selección presenta en estas fechas sus fabulosas torrijas, elaboradas artesanalmente por sus cocineros en los establecimientos.

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